Todo empezó con una conversación informal en una comida familiar.
El gerente de una pyme comentaba que “había que hacer algo en redes sociales”, que “había que estar en internet”. Y ahí estaba él, su sobrino. Estudiante universitario, con más de 3.000 seguidores en Instagram y cierto talento con las apps. "Él lo puede llevar, se le da bien eso, le gusta "lo de internet"", dijeron.
Y así, sin estrategia, sin objetivos claros y sin conocimientos específicos, nació el perfil de la empresa en redes sociales. Cada publicación era una ocurrencia. El logo, estirado. Los colores, aleatorios. El tono, infantil o demasiado informal. Y lo que es peor: la imagen de marca, poco a poco, se fue diluyendo entre memes, faltas de ortografía y promociones sin sentido.
Este fenómeno, tan común como peligroso, tiene nombre: “sobrinitis”.
Una práctica extendida en muchas empresas que, con la mejor de las intenciones, confían tareas clave de comunicación a personas sin formación ni visión estratégica. No porque no sean válidas, sino porque no están preparadas.
¿Por qué es un problema?
Porque la comunicación digital no es un juego. La manera en que una empresa se presenta en internet influye directamente en cómo la perciben sus clientes actuales y potenciales.
Un perfil mal gestionado transmite improvisación, falta de seriedad o, simplemente, desinterés. Y esos valores, aunque no se digan, se intuyen.
En marketing digital, todo comunica. Cada imagen, cada texto, cada ausencia.
Y cuando la gestión de esa comunicación recae en manos no profesionales, lo habitual es que la marca pierda fuerza, coherencia e impacto.
De la intuición al método: el salto necesario
Muchas empresas confían en la intuición o en la familiaridad con las redes sociales como sustituto de una estrategia real. Pero el marketing digital efectivo no se basa en intuiciones, sino en datos, pruebas, correcciones y objetivos medibles. Pasar de la improvisación a un enfoque estructurado no solo mejora los resultados: permite escalar, medir y optimizar cada acción. Ese es el cambio que marca la diferencia entre gastar y realmente invertir en comunicación digital.
¿Y si en lugar de sumar, estás restando?
Muchas veces, el daño que causa la “sobrinitis” no se percibe de inmediato. Pero está ahí: en los clics que no llegan, en la web que no aparece en Google, en las redes sociales con publicaciones que no conectan.
A largo plazo, puede traducirse en oportunidades perdidas, reputación dañada y costes de recuperación más altos que si no se hubiera hecho nada.
Lo barato, a veces, sale caro
Encargar la comunicación digital a un familiar “que lo hace por ayudar” puede parecer una solución económica. Pero sin objetivos, sin análisis, sin estrategia… no hay resultados.
Y si no hay resultados, lo que parecía un ahorro se convierte en una inversión perdida.
Peor aún: una mala imagen puede espantar a tus futuros clientes antes de que te den una oportunidad.
El marketing no es un pasatiempo
Gestionar redes sociales, optimizar una web o lanzar campañas en Google Ads no es cuestión de “probar a ver qué pasa”. Requiere conocimientos, análisis, experiencia y una visión clara de los objetivos del negocio. El marketing digital bien hecho puede marcar la diferencia entre sobrevivir o destacar, y para eso, hace falta algo más que buena voluntad: hace falta profesionalidad.
En Taller de Marketing, decimos no a la "sobrinitis"
Porque entendemos que comunicar bien no es una opción, es una necesidad.
Porque acompañamos a cada empresa desde el análisis inicial hasta la ejecución con sentido.
Y porque lo hacemos con estrategia, profesionalidad y foco en resultados reales.
Si reconoces síntomas de “sobrinitis” en tu empresa, no esperes a que sea tarde.
Hablemos. En TallerdeMK te ayudamos a tomar el control de tu comunicación digital.
¿Tomamos un café y hablamos?