El Ministerio de Trabajo se refiere a la formación continua como
“el conjunto de acciones formativas realizadas por las empresas y dirigidas a sus
trabajadores, que se caracterizan por estar financiadas directa o indirectamente,
de forma parcial o total por las empresas y tener como objetivo mejorar o adaptar
las capacidades profesionales de sus trabajadores, sus conocimientos o sus cualificaciones
a condición de que tengan relación con la actividad o profesión que realicen o vayan a
realizar en el futuro en la propia empresa”.
La formación de los directivos y empleados propociona satisafacción a las personas y ventajas competitivas a la empresa
¿Cómo ayuda la formación de los empleados?
En este sentido, los trabajadores que pueden acceder a programas de capacitación obtienen
las siguientes ventajas:
¿Cómo repercute en mi empresa?
Por su parte, el retorno de la inversión de la formación continua para las compañías se ve reflejado en los siguientes aspectos:
¿Todos los empleados requieren la misma formación?
Como apunta Goldstein en su trabajo Training in Organizations,
“la formación no es un remedio curalotodo; esta debe ser sistemática y planificada
y formar parte de un proceso secuencial y lógico, compuesto por una serie de pasos
que hay que tener en cuenta”.
Por tanto, para que la inversión en formación continua empresarial consiga buenos
resultados es necesario planificar los programas.
¿Para qué vamos a organizar un curso de gestión de un software para toda la plantilla
cuando solo trabajan con él un par de empleados?
Las iniciativas formativas de la empresa deben ir dirigidas a satisfacer las necesidades de cada colaborador,
a preparar a los equipos para posibles cambios o demandas del mercado o a
adaptar al personal a la actualización tecnológica, por lo que es importante
detectar cuáles son las áreas de mejora.